Cómo desearle un feliz aniversario a un enfermo que está en la UCI
Entras en la habitación y la ves ahí, postrada, entubada cual objeto de Matrix, casi sin aliento aunque a veces se agita convulsa, negándose a morir, resistiendo con la poca fuerza que nos queda para darle.
¡Tantos han muerto ya por ella!, dándolo todo para salvarla, ¡tantos estamos en las últimas! por demasiadas transfusiones para aliviar su dolor… y nada puede con tanto mal, se nos va de las manos.
Y nos quedamos ahí parados, en el umbral de la puerta, tristes, desesperanzados y desesperados por no saber qué será finalmente de ella, que será finalmente de nosotros.
¿Qué hacer entonces con el ramo de flores que recogimos por el camino?. ¿Decoraremos con él su lecho de muerte?. ¿Lo pondremos sobre su tumba?. ¿Lo pondrán encima de la nuestra?…
Qué caray!, no se puede ser tan pesimistas; es jóven, apenas tiene 33 años y a pesar que a Jesucristo lo mataron con esa edad, ahora somos muchos los que daremos hasta nuestra última gota de sangre si haciese falta, pero parece que no será necesario…
Si su aún médico de cabecera, el Sr. Zapatero, y el médico especialista, el Sr. Rajoy, se juntarán para la ocasión acompañados de ese impresionante séquito de expertos colaboradores, tendremos que mantener nuestra fé inquebrantable en que no morirá. Aunque no confiemos que sean capacez de reanimarla, es de esperar que la mantengan en coma inducido. Tal vez algún día, encontremos a alguien que le ponga remedio.
Así que dejémosle las flores y unámonos a los festejos por el día de esta moribunda que es la Ley fundamental de la organización del Estado: ¡Feliz día, Doña Constitución española!