Cuando la desesperación lleva a un ahorcamiento
Era electricista hasta que llegó la crisis. Una vez agotada la prestación por desempleo, pasó a cobrar una pensión de unos 300 euros «debido a la depresión que sufría a raíz de no encontrar trabajo», según explica Juan Álvarez, el presidente de la Asociación de Vecinos Carmen Amaya. Además, tenía que enfrentarse a un juicio por ocupación ilegal, porque Adigsa reclamaba a la familia 9.000 euros por haber entrado «de patada» al piso.
Álvarez ha informado que M.P, se personó esta semana en el Ayuntamiento de la localidad para pedir que realojaran a su familia en un albergue «porque hacía mucho frío para quedarse tirado en la calle con su familia». Pero, según cuenta, los servicios sociales del consistorio denegaron su petición. La misma fuente apunta que, como último recurso, este padre de familia se personó en dos ocasiones, la última el mismo día del suicidio, para reclamar una demora de un mes en la ejecución del desahucio. Tampoco obtuvo una respuesta satisfactoria.
Finalmente, ayer por la tarde decidió ahorcarse en plena calle, en un parque de las Setas de la calle Juan de Juanes en el barrio del Gornal, a pocos metros del piso que en pocas horas iba a tener que abandonar por la fuerza. Tenía 45 años de edad.
Después del trágico suceso, los responsables de los servicios sociales del Ayuntamiento se presentaron en casa de los familiares para ofrecer su apoyo. Cuando la hija de la víctima se haga mayor, se preguntará por qué no se ahorcaron ellos y su padre después, ofreciera su apoyo…