El que no llora no mama y el que no estafa no calma
Y, desaprovechada sus melodías por esta razón, oir las letras ya me parecía un sufrimiento solo adepto para desquiciados y masoquistas. O las dos cosas a la vez o las dos en una sola, tanto monta…
Pero mira por donde, ahora resulta que un tango titulado «Cambalache«, que fue creado en 1935 por Enrique Santos Discépolo para la película llamada «El alma del Bandoneón» estrenada en 1936, me resulta la más apropiada para describir en este siglo XXI, la porquería de mundo en el que vivim… estamos:
ya lo sé;
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos, valores y dublés.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente
ya no hay quién lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en un mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
Todo es igual; nada es mejor;
lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón;
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stravisky, van Don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia contra un calefón.
Siglo veinte, cambalache problemático y febril;
el que no llora, no mama, y el que no afana es un gil.
Dale no más! , dale que va!!,
que allá en el horno nos vamo a encontrar.
No pienses más, echate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao.
Da lo mismo el que labura noche y día como un buey
que el que vive de los otros,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.
«Cambalache» fue censurado varias veces en diferentes ocasiones. La primera vez en el año 1943, cuando el Ministro de Educación de esa época, sentenció al tango «sedicioso y con una mala interpretación del lenguaje por el abuso del lunfardo«. En 1949, Juan Domingo Perón permitió que el tango vuelva a ser interpretado. Pero cómo no, durante la Dictadura Militar de 1976 los militares lo volvieron a censurar y al finalizar ésta en 1983, todo siguió siendo igual.
Me refiero a que el tango volvió a circular libremente, ya sabemos que la esencia de su letra por muchas censuras nunca dejó de circular…