En tiempo real la sanidad española es realmente de otro tiempo
Hace 9 días, cometí la insensatez de caerme por unas escaleras, digo lo de insensato porque eran escalones de granito.
Por un largo instante mi cerebro mantuvo una ardua discusión con el resto del cuerpo, que se negaba a responder: vamos, no pasó nada (torpe gilipollas) levántate, date la vuelta e incorpórate, venga a la de tres… cuatro, cinco… y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres…
Creo no haber perdido el conocimiento (difícil si normalmente no lo tengo) pero el aturdimiento fue bestial, acorde con el golpe. Seis horas más tarde, después haber ido urgentemente a que en urgencias me atendiesen calmadamente (porque las cosas con prisas no se hacen bien…) estaba de vuelta en casa; con 4 puntos en la oreja (más otro de aproximación, según dijo la costure… doctora que me cosió) y con el diagnóstico de que a pesar del intenso dolor que me dejaba respirar lo justo para no palmarla, no se debía a ninguna fractura en las costillas aunque bien podría tener alguna fisura que las radiografías (que ya no se imprimen, las ven los médicos en pantalla) no detectaban.
Una caja de antibióticos, otra de antinflamatorios, media de calmantes para el dolor y otras tantas de protección estomacal más tarde, hoy tenía hora con la doctora de cabecera (no sé por qué se dice así, porque ni me arregla la cabeza ni me atendió núnca a ese lado de mi cama). Llegué a las 12:15 como debía, me recibió a las 13 (como me temía) y después de reesplicarle los sucesos (porque eso sí, cuarenta que se acercan a ver qué tienes y todos preguntan lo mismo: ¿qué te ha pasado?, ¿cómo ha sido?), se niega a darme el alta y me envía de nuevo a urgencias (no doctora no, otra vez a urgencias no!) hasta que se aseguren que no tengo nada en el bazo, porque dice no gustarle lo que ve (anda que a mi).
A las 13:50 entregaba el parte en recepción (aquí no, tiene que salir y entrar por el otro lado) y a las 14:06, los de «Triaje» me adherían el brazalete de papel con mis datos alrededor de la muñeca, para que no me fuesen a confundir con otro… y me indicaban que esperase en la sala, por aquel entonces vacía (tiene que ir rápido, soñé). Estos «triadores» son (es de suponer) especialistas (pero de alta gama, porque lo mismo deciden sobre fracturas, que apendicitis o dolores cervicales) que solo viéndote un instante, ya saben con qué urgencia han de atenderte. Lo malo es que la sala después de la hora de comer se empieza a llenar de urgidos y en un recinto sin aire acondicionado se empiezan a mezclar aromas de los que urge escapar.
Tengo que apostar al 17 y al 33 porque a esa hora me llamaron por megafonía. Recorrí un pasillo lleno de camillas con pacientes que hicieron que mis molestias por la lesión y espera pasaran a un segundo plano (marketing psicológico los muy cabrones), me metieron en lo que creo denominan box (mini habitación con cortina para que no sepan que estoy allí) y empezaron a atenderme por ffff… iba a decir por fin de forma ilusa, como también lo es el apostar a aquel número o a cualquier otro…
Me hicieron desvestir de cintura para arriba y consideré un síntoma bueno, porque no estaba yo para desvestirme para el otro lado. Al menos captó mis ánimos, pensé. Los rigurosos ¿qué te pasa?, ¿cómo te lo has hecho?… tranquilo, te haremos una analítica y ya veremos. Me metieron una vía en el brazo derecho y como ya que estaba (después comprobé que no tuvo otro fin) ¿quieres que la aprovechemos para ponerte un calmante así estás más tranquilo? porque esto tardará un poco, y cuando te marches estarás mejor… bueeeno… En medicina no sé pero en márketing y psicología son ases: paciente adormecido, menos quejidos y protestas…
Rato después conocí a otro médico que, cómo no, también se interesó por lo que me había pasado y cómo me lo había hecho. Parece que entre ellos no se hablan porque todos me lo preguntan a mí ¿serán intentos de detectar alguna contradicción? Igual son médicos confusos o policías camuflados.
En fin (no literar, que aún falta), me llevaron a hacer una ecografía y para mi tranquilidad comprobaron que ni estoy embarazado ni tengo más daño que el detectado originalmente (unos y otros respiraríamos tranquilos…). Así me lo confirmó la primer doctora que me atendió en el box, después de comprobar que con quien empezó hablar sobre ello no era yo, si no otro paciente que la miraba con cara de no entender nada. Hay que joderse, el tio estaba postrado en la camilla de al lado, medio hecho polvo y le empieza a decir: «bueno, las pruebas dicen que estás bien…» Los recortes en la sanidad son cerebrales.
Me recetó nuevos calmantes porque eso sí, las molestias pueden durarme muchos días (los que sea, a urgencias no vuelvo) y me dieron el informe para que mi doctora de cabecera me dé el alta. Que es lo que quiero, que conste. En él reflejan que llegué a las 14:00 y me marché a las 20:35 pero es mentira.
Estuve esperando otros 15 minutos que me quitaran la vía del brazo. Al primero que se lo dijeron contestó que sí pero siguió atendiendo a otro y cuando el de la órden volvió a verme igual hizo un gesto de ¿cómo puede ser? (pero le salió como que conocía muy bien el cómo) y se lo pidió a otro/a y esta vez sí, me quitaron la vía. Más bien autovía, porque era larga la muy cabrona. Me refiero a la aguja, que de la enfermera no tengo nada que decir.
Será que el calmante ya me hace efecto…