La austeridad ejemplar de un político que es impropia de los políticos
Ese país se llama Uruguay. Otrora la Suiza de América, fue destino, cobijo y refugio de cuanto europeo llegaba a su Río de la Plata. Y que sigue acogiendo, porque a pesar de una emigración en etapas sangrante (en las que se decía: «el último en marchar que apague la luz»…), mantiene su puesto 135 en el mundo con poco más de 3 millones de habitantes.
Con menos de 180.000 km. cuadrados que lo ubica en el 91 del ranking por territorio, supo mantener las embestidas de sus gigantes vecinos Argentina (2.780.400) y Brasil (8.514.877), gracias a los libertadores del pasado, que lucharon con valor y ahinco y los sorprendentes luchadores de épocas más recientes, y me refiero a luchadores que infringen más dolor, humillación y desasosiego que cualquier guerra armada (para aquellas latitudes): sus futbolistas.
Los brasileños, con más de 192 millones de habitantes (no son más por todos los que mueren cuando la canarinha pierde un partido) ostentan el máximo de torneos mundiales ganados (5). Los argentinos, con más de 40 millones de habitantes (no son más por todos los que se matan cuando asisten a un partido) ganaron 2, igual que la celeste pero ésta, es la selección con más entorchados internacionales obtenidos y actualmente ocupa el Nº2 del ranking FIFA.
Y qué tiene que ver estas estadísticas con el titular de la entrada?. Es un ejercio político: empezar diciendo una cosa y terminar lléndose por las ramas (que por los cerros de Úbeda cuando hace calor es desaconsejable). Pero pretendía comentar sobre un político que con su actitud, desmonta (debería) la avaricia, soberbia, demagogia y falsedad de la clase política, pero claro, ninguno se hace político por vocación de servir, sino para servirse de la ocasión.
Y es que ese pequeño (gran) país que por algo lo nombré, tiene un presidente que se enorgullece de ser considerado como el primer mandatario más pobre del mundo (y el universo conocido) y si su ejemplo de austeridad se lo aplicaran otros (leer esto, o esto…), otro gallo nos cantaría. Aunque nos tuviésemos que levantar igual que si cantara el de siempre, iríamos a dormir pensando que tenemos futuro…
Se llama José Mujica, se le conoce por «El Pepe», pero que la fonética de su apodo no les llama a comparaciones ridículas: es de izquierdas; y con un pasado guerrillero que marcó inequívocamente su talante.
Yo no tuve paciencia ni fé (ni tengo) de esperar su mandato (ni lo imaginé) pero me gustaría que aquello recuperase su esplendor y si su actitud tiene seguidores, tal vez lo consiga.
Es evidente que el gran país que ahora habito no tiene mimbres para estos cestos. No solo por los cestos en sí, sino también (ahí lo peor) por sus mimbreros y es que cuando comenté por primera vez esto que publico, la primer contestación de un interlocutor fue: Sí pero ¿cuánto cobra?…
Joder! (perdón), dona casi ¡el 90% de su sueldo! ¡¡¡El 90%!!!. ¿La cantidad de dinero interesa más que el porcentaje?. Que porcentaje respecto a qué sueldo sería correcto para admirarse por tal ejemplo?
Mesclar el fútbol no es un simple divague, es una terapia alternativa…