Memorias pero no de África
Yo tenía un cuñado en Uruguay, a los pies del cerro de Montevideo, donde su cuerpo pronto se convertirá en cenizas y desconsolado me veo. Tanto su corazón entregaba que de repente se le paró, y se pararon todos sus sueños; los nuevos que no me dijo, y los que conmigo compartió.
¿De dónde se saca entereza para enfrentar tal angustia? ¿Cómo se lleva una pena sin que nos oprima? ¿Que hay que hacer para aliviar el dolor cuanto tanto duele? ¿Por qué es necesario tanto sufrimiento?.
Conozco alguna canción de África, pero los sonidos que resuenan en mi mente, son las cuerdas de la guitarra que él tocaba. Recuerdos de la Alambra, Capricho árabe, Danza del fuego, Smoke On The Water… ¿Acaso él recordará algún ritmo de los que yo le hacía? ¿Se agitará el aire del cielo con un ruido que yo he tocado? ¿O tal vez los que le acompañen toquen otros en mi nombre? ¿Formará la luna llena una sombra en su camino que se parezca a mí? ¿O tal vez me buscará cuando me sea posible tocar a su lado?
Tengo una batería mejor que la tenía, pero ya no consigo hacerla sonar como aquella. Siempre mantuve la ilusión de reunirnos y hacer ruido en cualquier galpón, volver a interpretar a Beatles, Deep Purple y hasta crear algo propio; talento no nos faltaba, pero sí nos faltó tiempo.
A veces me pongo a tocar acompañando alguna canción de las que tocábamos, y busco sin darme cuenta su presencia a mi costado. Estoy convencido que si estuviera, conseguiría que mi ritmo fuera mejor. Que habrían otros escuchando, echados o de pie al nuestro alrededor.
Al «fatiga» le gustará saberlo.
Tengo que acordarme de contárselo.