Qui no recuerda a Mafalda?
«Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar.»
Esta es una de las tantas frases célebres de Mafalda. Hoy hace 47 años… (la pucha ché…) que hizo su primera aparición. Esa nena curiosa, inquieta y terriblemente irónica, que despuntaba la rebeldía juvenil marcada por el progresismo. Contestataria, con una cabeza abierta y propensa a filosofar (allá es el arte de vivir del día a día) partiendo de cualquier hecho cotidiano. Sumamente inteligente, a su tortuga la llamaba Burocracia…
Mafalda representaba (todavía con plena vigencia) la aspiración idealista y utópica a hacer de éste un mundo mejor, aunque la envuelve el pesimismo (nos) y la preocupación en casi todo el tiempo debido a las circunstancias que lo aquejan inevitablemente (vaya si tiene vigencia…). Decía que le gustaría estudiar idiomas y trabajar de intérprete en las Naciones Unidas para contribuir a la paz mundial (Nicole Kidman lo consiguió, pero le dió otra vuelta a la tuerca…). Se adelantó a su época convencida del progreso social de la Mujer, cosa que preconizaba a ultranza. ¿Qué diría ahora?
Mafalda nació realmente el 15 de marzo de 1962(1). Cuando apareció para contarnos sus historias tenía 6 años y 8 cuando se cansó de hacerlo, allá por el año 1973…»Paren al mundo, que me quiero bajar»
Hace unos días, había visto la opinión de algunos escritores, creo, sobre cómo creían que sería hoy Mafalda y (vaya redactor) no encuentro los apuntes (en el cole también me pasaba). Le pregunté a Google y esos no supe verlos pero sí otros que dicen:
» La gente le hablaría solo para criticarla después, tendría solo un amigo»
» Sería Abogada de Derechos Humanos, trabajando en algún organismo internacional. Tiene el prototipo»
«No debe tener amigos»
…
Me quedo con lo que Julio Cortázar llegó a decir:
«No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí».
La URSS ha desaparecido, la guerra de Vietnam, sus amados Beatles… muchas cosa han cambiado pero, si le prestamos atención, su mensaje seguiría manteniendo la misma dosis de genialidad y, sobre todo (tristemente), de actualidad.
«¿No será acaso que esta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?»