Esta entrada no la titulo porque ni sé cómo titularla
Si yo fuese un día, que cada vez que volviese, me encontrara con el mismo panorama, lloraría con truenos aterradores y soltaría cuanto rayo me fuese posible. Pero este, quizá por ser el siempre esperado finde, se mantiene comedido; más que suficientemente para inquietarnos con sus oscuros (por si acaso) nubarrones.
De estar en mis manos, acabaría con tamaño despropósito de raíz (me refiero al panorama), ipso facto, pero la naturaleza «no se dedica a eso«. Al menos no, en las zonas donde el desarrollo tiene un pacto con el diablo, y a veces pienso que, o no es tan sabia como creemos, o es más benevolente de lo que merecemos.
Basta con echarle una ojeada a los titulares de hoy, y te empeora el humor; te invade el desánimo, se acrecienta el desconcierto, y en el teclado solo se destacan los símbolos «no cristianos», para que podamos expresarnos gráficamente, y no blasfemar que es pecado.
En Aguas Internaciones, el artículo Eurozona: «¡Esto se cae!…», explica que en privado, ya nadie oculta que vamos camino al desastre (que llegaremos, porque en camino hace tiempo que vamos), y que el objetivo del G20, ahora se centra en cómo suvizar la noticia. Los griegos, aún sin Dioses, nos hacen temblar los cimientos.
De casa ¿qué puedo decir?. Adentro nos resguardamos del frío y de esta lluvia incesante; afuera como saben, están en plena campaña política y a esta gente no hay lluvia, frío ni crisis que les borre la sonrisa de sus caras. Se parecen todos a el Jocker, significando apropiadamente aquello de que a veces, la realidad supera a la ficción…
Suerte que antes de irme a dormir, tengo fútbol para ver, siempre que más al norte, donde juegan, la lluvia lo permita. Qué seríamos sin fútbol!. El día que desaparezcan estos gladiadores de los coliseos, los imperios corren verdadero peligro de caer ante el hastío de las hordas dormidas… y a mi, si mi equipo no gana, me encontrarán esperando despierto.