Fútbol e fútbol, e gol e gol

El martes surgió otro de esos momentos: noventa y tantos minutos que sumados a otros tantos anteriores, convirtieron la eliminatoria de semifinales de la Champions League, que disputaron el Barcelona y el Chelsea en otro capítulo que pasará a la historia de este deporte tan lleno de tópicos.
Veamos. El mejor equipo de fútbol de la actualidad (para muchos el mejor de todos los tiempos), no fue capaz de imponerse a otro rácano y descaradamente dedicado a verlas venir, confiando su éxito a poder aprovechar un fallo del rival (y lo hizo), impropio de lo que se espera (?) de quienes provienen del país que inventó este deporte. Pero claro, cuando se habla de los mejores equipos de la historia ninguno es de ahí, cosa bastante sintomática y además, su entrenador es italiano así que esta parte, queda explicada sin ayuda del Sr. Boskov.
Una pulga, considerada el mejor jugador del mundo (para muchísimos si mantiene su evolución, con la edad que tiene puede llegar a ser el mejor de TODOS) Lionel Messi, que partido sí y otro también, deslumbra a propios y extraños batiendo cuanto récord y estadística se le pone por delante, encadena 2 partidos en los que su magia no salió de la chistera, y el resto no consiguió pasar la eliminatoria, a pesar de los méritos que hizo porque pocas veces antes, se luchó tanto y tan bien por conseguir la victoria. Esta vez, el fútbol se dio la espalda a sí mismo y eso, solo con la primera parte de la frase de marras se puede explicar…
Un portero que juega con casco para protegerse de una lesión que a punto estuvo de hacerle abandonar su profesión, el checo Petr Čech, se convirtió en un bastión inexpugnable, para los disparos que salvaban la muralla levantada por el resto de compañeros (10 en la mayor parte del tiempo y 9 cuando uno de ellos se rajó…). Y la portería que tan bien defendió, se sintió halagada y se alió con él para rechazar hasta 4 balones que le superaba. Apenas 2 se convirtieron en gol y no fueron suficientes. Eso se puede explicar con la segunda parte de la frase de marras…
Un niño, muy travieso siempre que juega con (tra) los azulgrana, llamado Fernando Torres, marcó el gol que acabó con toda esperanza rival, haciendo buena la estrategia (mencioné antes lo de rácana y descaradamente a ver si el otro falla en algo y poder aprovecharlo?…) de los suyos, que aún están sorprendidos con su acierto porque desde que llego al club londinense, no acertaba una… Eso también se puede explicar con la primera parte de la frase…
Pero bueno, son cosas del fútbol y una derrota así, aunque injusta, dolorosa y frustrante, no es el fin del mundo y hay que seguir adelante pensando en el mañan… ¡mierda! ¿Otra vez pensar en la crisis?…
El culé, otrora resignado y abatido, despidió a su equipo como merecía, aplaudiendo su esfuerzo y demostración una vez más, que sus señas de identidad son incuestionables: jugar al fútbol mimando la pelota y si esta no quiere «hacer un pase a la red» como dijo don Cesar Luis Menotti, que se joda. Ahora verá cómo la tratan los que pasaron a la final.
Hoy la pena ha menguado, porque los culés siguen sintiéndose orgullosos de su equipo, y un día después de la batalla perdida, se enteran que el ejército con el que más disputas mantiene, también perdió la suya y esto ya no hay frases célebres tópicas, típicas o utópicas que lo pueda explicar…
Resulta que el Divo rico, guapo y gran jugador, que muestra muslito para festejar sus hazañas, que disputa trono (para los suyos innecesariamente) con la pulga esa, que llevaba 24 penas máximas sin fallar, la pifia en el momento (menos?) esperado. Que el gran Casillas pare 2 lanzamientos entra en lo posible (aunque NUNCA parar un penalti es mérito del portero, y menos cuando uno hasta le da tiempo de volver atrás en su estirada y detener la pelota…). Que el inefable Sergio Ramos la tire a las nubes es más que posible (como sucedió) pero que Kaká la kake así no y de Ronald… perdón, que Dios Ronaldo falle, eso sí que es una máxima pena.
Y es que el fútbol es un conglomerado conformado por innumerables sensaciones que van más allá de una simple definición. Porque te hacen sentir emociones encontradas, tantas como tópicos se quieran (o se odien) porque se le puede amar y odiar (según se meta en la cama contigo o te dé calabazas… en qué estaré pensando, quiero decir según entre o no la pelotita).
El fútbol es un juego y una guerra; en cada partido se juega una batalla (a veces literal, según sea el talante del perdedor). Te hace sentir entusiasmo y apatía, alegría y tristeza, simpatía o desprecio y si hago uso del diccionario podría hacer comparativas interminables… pero es un hecho incontestable que a ningún simpatizante le es indiferente (hay excepciones como mi esposa pero este es tema para otro tratado, y para ese partido tengo que concentrarme y entrenar a tope…).
Ya ven, se decía que Europa quería una final entre los 2 equipos que el mundo considera los mejores pero nadie tuvo en cuenta que aquí lo prioritario, era el espectáculo de «la mejor liga del mundo», dirigida por los peores directivos (estos sí, de la historia) que organizaron una guerra civil entre sus 2 ejércitos, en medio de las batallas con los enemigos extranjeros y eso también influyó en los resultados obtenidos ante aquellos. Esto lo explicaría adecuadamente los políticos, expertos en despropósitos e ineficacia.
En fin, podría seguir hablascribiendo sobre el tema porque el fútbol da para rato pero, mejor lo dejo aquí. No sea cosa que las manos se me cansen de tanto tecleo y termine cometiendo más faltas de las permitidas y me muestren otra tarjeta. No quiero perderme el próximo partido.