Decididamente las decisiones hay que decidirlas con decisión
Tengo la certeza total y absoluta que hay que hacer lo que uno siente que ha de hacer. Sin titubeos ni vacilaciones. Seguro de sí mismo. Sin que le pulso el tiemble y llendo directo al grano porque dando rodeos innecesarios, uno corre el riesgo de parecerse a un vulgar político.
Cuando se acumula tantas cosas en el tintero, hay que transmitirlas antes que la tinta se seque. Con energía pero pausadamente, manteniendo el equilibrio entre la vehemencia y el sosiego para expresar con claridad el mensaje, y que llegue sin manchones que afecten su contenido.
Por eso, tengo tanto para decir y tantas ganas de hacerlo que desterraré las indecisiones de una vez por todas y no dejaré títere con cabeza, ni cabeza con cabellera y pobre de aquel que dude de mi convicción y lo que diga le pille despreocupado.
Se acabó de seguir guardándome mi opinión por temor a no ser políticamente correcto, toda vez que es incorrecta cualquier política, sea cual sea su tendencia. Estoy harto de tener mano izquierda y no poder usarla, harto de hablar en voz baja que ni yo mismo me escucho, y cansado de escribir poco a poco para que no haga ruido el teclado. A la mierda con la prudencia, hace tiempo que decidí no aguantar más sandeces y llamar a las cosas por su nombre.
Pero lo haré en otro momento, porque aún no he decidido lo que quiero decir…