Bizcocho de las carmelitas descalzas de Sevilla
Suerte que liado estoy (desde hace un par de semanas) con una receta que me obliga a estar bajo cubierto. Para culminar un proceso con mucha carga de tradición y cierto misticismo que a punto estuvo de hacerme desistir de seguirlo porque estas cosas a mí me no me causan furor precisamente…
Se trata de una forma antigua de realizar el bizcocho (al que se le da el nombre de un convento sevillano) y era conocido que la persona que te entregaba el vaso con la masa madre, te deseaba suerte y salud.
Se requieren 10 días para su elaboración, sin uso de batidora, frigorífico ni otros aparatos modernos.
La suerte es necesaria para que en todo ese tiempo no nos olvidemos de ello y nos saltemos algún día del proceso ( léase ME olvide o me salte -con «é» final sería más apropiado-…); y la salud evidentemente imprescindible, porque menudas ganas tiene uno de cocinar estando enfermo…
Una vez que te jod obsequian con la masa, el proceso es el siguiente:
JUEVES: Se vierte el contenido del vaso en un recipiente mayor y se le añade
1 vaso de azúcar y otro de harina. No se mezclan.
VIERNES: Se mezcla con una cuchara
SABADO: No se toca
DOMINGO: No se toca
LUNES: Se le añade 1 vaso de azúcar, otro de leche y otro de harina. No se mezcla.
MARTES: Se mezcla todo con una cuchara.
MIERCOLES: No se toca
JUEVES: No se toca
VIERNES: No se toca
SABADO: De la masa madre obtenida se apartan 3 vasos que se entregarán a 3 personas a las que se le deseen suerte y salud.
La cantidad no se aclara pero a mí, en un vaso más o menos de este tamañ… un vaso ni muy grande ni muy pequeño, le deben de haber puesto un par de cucharadas. El que me dieron era de plástico y negro pero podría ser de otro color o material, al fin de cuentas si esto es tan antiguo como dicen, ni existirían vasos de ese tipo.
Aunque si tenemos en cuenta que los egipcios construyeron esas pirámides mastodónticas con una precisión que hoy día sigue siendo algo harto difícil de explicar aún para la tecnología y maquinaria existente, todo es posible…
Bueno, como el Arguiñano divagamos un poco para amenizar esta receta «rica rica y con fundamento».
Al resto de la masa hay que añadirle:
2 vasos de harina
1 o medio (al gusto) vaso de azúcar
1 vaso de aceite de girasol o de oliva
1 vaso de leche
1 vaso de nueces y/o almendras picadas
1 sobre de levadura
2 huevos enteros
1 manzana troceada
1 pizca de sal
1 pizca de canela
1 pizca de vainilla
1 ralladura de naranjaSe mezcla todo con una cuchara y se mete al horno a 180º durante 40 – 45 minutos
No sé qué surgió primero, si la relatividad de Einstein o el bizcocho de las carmelitas descalzas pero a éstas hay que aplicarle lo de aquel: el tiempo de cocción depende del horno. Por eso en la nota que adjuntaron a la masa se aconsejaba 1 hora. Y por ahí otro cocinero confirma el tiempo, pero a 150º…
El que usé es de acero inoxidable y muy acristalad… perdón, dice mi editora que no sea burro, que lo importante es la potencia que desarrollen y no su acabado. Suerte de su intervención si no, esto estaría plagado de incongruencias.
En fin, que puesto el preparado a cocer, tuve que proceder a la limpieza. Nunca lo mencionan en las recetas pero es parte indisoluble de éstas porque los que no somos realmente «Arguiñanos», no disponemos de pinches ni asistentes y tenemos que cumplir también con esa tarea. Alguna vez que me despité sin darme cuenta, «la gerencia» se encargó de llamar mi atención…
Mientras daba forma a este contenido el bizcocho acabó de adquirir la suya y puedo confirmar (porque lo probé y vosotros no) que aunque descalzas, las Carmelitas tienen buen gusto para los bizcochos…