Fútbol y narcotráfico en su partido más dramático
Los autores, Jeff y Michael Zimbalist, exploran esa época convulsa, violenta y extremadamente sangrienta, en la que el balompié colombiano parece haber hecho un pacto con el diablo.
Los protagonistas de la cinta LOS DOS ESCOBAR, son dos colombianos que comparten Medellín como ciudad de nacimiento y el mismo apellido, pero sin relación entre sí. Uno de ellos es Pablo Escobar, el sanguinario jefe del cartel de Medellín, amado por miles de pobres que lo consideraban una suerte de Robin Hood. El otro es Andrés Escobar, el carismático capitán de la selección nacional.
El documental narra descarnadamente en voz del propio capo y allegados la inversión que el narcotráfico hizo en el desarrollo y crecimiento del fútbol nacional, al punto de conformar una selección tan poderosa que muchos llegaron a considerarla favorita para ganar el Mundial. Recoge los desgarradores testimonios de jugadores y técnicos que revelan las presiones a las que estaban sometidos por ese poder oscuro y omnipresente que cubría con su manto cada segmento de la sociedad colombiana.
En la fase clasificatoria, la selección colombiana le propinó la histórica goleada de 5-0 a Argentina en Buenos Aires y creó la ilusión de que podían ganar el mundial de USA ’94; pero en el torneo, después de perder sorprendentemente el primer partido ante Rumanía, con un autogol de Andrés ante la selección anfitriona, quedó eliminada en la primera ronda, echando por tierra los sueños de millones de compatriotas.
Dos días después de su regreso a casa, Andrés murió tiroteado a manos de un guardaespaldas de dos empresarios, presuntamente vinculados a una organización rival del Cartel de Medellín, los PEPES.
Una película política y social, de interés para cualquiera aún sin que le interese el fútbol. Es un retrato de los años oscuros de la Colombia de los 90, a partir de uno de los hechos más dramáticos en la historia del deporte.
Conmovedora y emotiva; en una crónica que le impulsaron a publicar el día anterior a su muerte, Andrés Escobar termina escribiendo, apenado por el único autogol de su carrera: «Hasta pronto, porque la vida no termina aquí…»