Barça, Madrid y el Ciutat de Valencia visto desde Madrid
El Madrid se lamenta de eso, que es frecuente, y con razón, pero debe pensar si en cierto modo no contribuye a ello con sus maneras. Transita por el fútbol rodeado de ruido y de furia, lo contrario que el Barça, que parece espolvorear azúcar por donde va. Los jugadores del Madrid son altos, rápidos, enérgicos; además, Pepe es brusco y provocador y Cristiano era (ya no tanto) arrogante. El Barça sería ejemplar hasta lo empalagoso de no existir Alves. Chicos pequeños y buenos, de fútbol preciso y seductor, cantera, Selección… Su fútbol es una música que amansa a las fieras. Se ganan a todo el mundo.
El Madrid tenía dos problemas: el Barça y él mismo. Ahora tiene tres, porque a los dos anteriores se suma el Atleti, que se presentará en el Bernabéu con ocho puntos de ventaja. Un Atleti formidable, cargado de fuerza, de juego y de moral, dispuesto a conseguir que ésta siga siendo una Liga de dos, sólo que ocupando él la posición del Madrid. Pero de los tres problemas, el mayor para el Madrid es su propio desarreglo, que avanza a una velocidad galopante. Se desune por dentro, aumenta los enemigos fuera, empiezan a menudearle los malos resultados. Y lo peor de todo es que no lo quiere reconocer.
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Esto lo escribió Alfrefo Relaño, sí, el director de AS; leerlo para creerlo… bueno, es que hay que ser muy necio y obcecato (que los hay) para no reconocer la evidencia (si no rendirse ante ella). Es verdad que aunque ha metido mucho la pata, es de los que sabe rectificar (si cabe) y reconoce muchas veces lo errores. Por eso a veces, leo sus crónicas porque, aunque no pueda ser imparcial (realmente hay muy pocos -casi ninguno- periodistas deportivos que lo sean), hay que reconocerle al menos, los conocimientos adquiridos a lo largo de su carrera. «El Barça es un ámbito sentimental y el Madrid un instrumento de conquista», dijo en un reportaje publicado en La Vanguardia hace unos meses, con motivo de la publicación de su libro «Nacidos para incordiarse», que versa sobre la rivalidad existente entre los 2 máximos exponentes del fútbol español. «Madrid y Barça se necesitan y se retroalimentan para motivarse y seguir creciendo cada vez más»… dice Relaño.
La actualidad nos muestra a un Madrid estancado, ofuscado e impotente porque su eterno rival tiene encandilado a medio mundo y los rivales aplauden su fútbol (y sus señas de identidad); mientras ellos van cosechando enemigos a diestro y siniestro. Malos tiempo para el madridismo y aunque siempre hay ciclos, cuando este pase, dificilmente recuperará su tan pregonado «señorío», porque demuestra en las derrotas, su nula deportividad.